“Mi hija pasó de ser niña a adolescente mientras caminaba por las carreteras”

Entre largas caminatas, despedidas de sus familiares e historias en nuevos lugares transcurre la vida de niños, niñas y adolescentes venezolanos que salen hacia otros países

Nataly*, de 11 años, experimentó la llegada de su primera menstruación en el momento en el que caminaba por las carreteras colombianas hacia su destino final; Perú.

Por Ana María Castro

Rumichaca, Ecuador – En la noche del lunes 6 de agosto, bajo una temperatura de 3° C, Nataly, de 11 años y de nacionalidad venezolana, espera sentada en una larga fila de personas para entrar a Ecuador, en el paso fronterizo de Rumichaca, que conecta este país con el sur de Colombia. Va acompañada de sus padres y otras cuatro personas con las que se dirige a Perú.

A su corta edad, Nataly ya ha tenido que vivir experiencias que no son habituales para una niña de su edad. Para protegerse del frío cubre su cuerpo con una cobija y dos chaquetas. No está acostumbrada a este clima. En su ciudad natal, Cagua, en el Estado de Aragua, la temperatura promedio es de 30° C.

Su mirada refleja el cansancio de caminar por varios días, pero su tímida sonrisa expresa la tranquilidad de estar con su familia, a pesar de las circunstancias adversas.

La noche es larga, el tiempo de espera para pasar por migración y sellar sus documentos para entrar a Ecuador puede ser de hasta tres días, dependiendo del flujo de personas.

Aunque hay una fila prioritaria para niños y núcleo familiar, muchas personas viajan con amigos que han hecho en el camino y deciden esperarlos para no separarse.

Al igual que ellos, en este lugar hay miles de venezolanos que quieren entrar de forma regular al país para continuar su destino. La mayoría va camino a Perú, Chile o Argentina. Solo un promedio del 20%[1] se queda en Ecuador en busca de oportunidades.

Sara, madre de Nataly, cuenta que duraron varios días caminando por las carreteras de Colombia. En algunos tramos pidieron aventones a los conductores de los carros que se encontraban en su camino.

“Cuando estábamos en la ciudad de Pasto, en Colombia, nos recogió un camión de gasolina. Nos tuvimos que ir colgados en la parte de atrás del vehículo por casi cuatro horas. Fue muy duro por el viento, la lluvia y el frío. Por fortuna, Nataly pudo irse en la cabina delantera del vehículo”, cuenta Sara.

Pero quizás uno de los momentos que ha marcado la travesía de esta familia fue cuando caminaban a las afueras de la ciudad de Bucaramanga, al nororiente de Colombia. Mientras caminaban, Nataly empezó a sentir un dolor de vientre muy fuerte y un sangrado vaginal.

Estos síntomas eran producto de la llegada de su primera menstruación, un acontecimiento que marca el fin de la niñez y el principio de la adolescencia.

Para Nataly, este momento tan relevante para su vida llegó migrando de su país: cansada de caminar, sin acceso a sanitarios en las carreteras, sin medicamentos para su dolor o implementos para su higiene menstrual.

“El hecho de que Nataly se desarrollara caminando en plena carretera me generó sentimientos encontrados. Por un lado, fue lindo porque estaba con ella en ese momento, pero al mismo tiempo fue triste porque teníamos que caminar, ella tenía malestar, no sabía lo que le estaba pasando e incluso pensó que estaba enferma. Tuvimos que explicarle lo que pasaba”, cuenta Sara.

Esta madre llena de coraje asegura que nunca se imaginó dejar su país en esta situación y mucho menos con su hija. “Ella ha tenido mucha paciencia y ha sido una niña muy valiente. No es justo que tenga que pasar por todo esto. Solo le pido a los colombianos, a los ecuatorianos y a los peruanos que nos entiendan y se pongan en nuestros zapatos. Nosotros no hacemos esto por gusto. Yo amo mi país y no veo la hora de que las cosas mejoren para volver a mi tierra”, dice Sara con su voz entrecortada.

Luego de pasar tres días en el puente Rumichaca, durmiendo en la intemperie, sin dinero, pero con sus documentos sellados para entrar de forma regular a Ecuador, decidieron continuar su viaje.

“Hay varios ángeles que se han topado en nuestro camino. Un pastor evangélico en Guayaquil se ha enterado de nuestra situación, nos envió dinero para los pasajes y nos recibirá algunos días allí”, agrega Sara.

Un nuevo comienzo

Meses después, Sara se comunicó con el equipo de UNICEF Ecuador para compartir su alegría de haber empezado una nueva vida en la ciudad de Guayaquil

Aunque su plan inicial era llegar a Lima (Perú) decidió establecerse en esta ciudad de la región Costa de Ecuador porque allí recibió la ayuda de varias personas.

“Estamos bien, yo ya conseguí trabajo con una empresa de celulares y estamos haciendo lo posible para que Nataly empiece a estudiar lo más pronto posible”.

*El nombre de Nataly ha sido cambiado para proteger su identidad.

Respuesta de UNICEF Ecuador

En coordinación con las autoridades nacionales, UNICEF está destinando en el Ecuador 2.5 millones de dólares, y tiene presencia en los puntos fronterizos de Rumichaca y San Miguel, ubicados en la frontera con Colombia, y en Huaquillas al sur del país. Hasta el momento, se ha provisto de agua segura y saneamiento a 15.600 niños, se han entregado 4.600 cobijas térmicas para paliar las heladas, 2.500 kits para bebés y 5.000 insumos de higiene. Además, se han instalado espacios amigables y carpas temporales de descanso, y se han otorgado transferencias monetarias a 230 grupos familiares (450 niños) para que puedan continuar su viaje.

Adicionalmente, UNICEF también realiza un importante trabajo de abogacía con las autoridades para lograr el cumplimiento de los derechos de los niños, niñas y adolescentes venezolanos que están entrando a diario en el territorio ecuatoriano. Un ejemplo de ello es la aprobación del protocolo de atención para niños en movilidad humana, por parte de los Ministerios de Relaciones Exteriores, Movilidad Humana, Inclusión Económica y Social, e Interior. El instrumento fue construido con el apoyo de UNICEF, y se contribuirá con la implementación de la herramienta en los puntos fronterizos, a través de capacitaciones a los funcionarios y asistencia técnica en el monitoreo de los casos.

Desde julio de este año hasta octubre, UNICEF ha identificado 1.192[2] niños no registrados por falta de documentación, permisos de salida o por encontrarse viajando solos. La importancia de este protocolo reside en que se dará respuesta a estos casos otorgando medidas de protección, previniendo la separación familiar, la devolución injustificada de los niños a su país de origen, e identificando si el niño podría estar siendo víctima de violencia, trata o explotación.

Frente a los desafíos de las familias que deciden quedarse, UNICEF está trabajando con el Ministerio de Educación en la inclusión de los niños venezolanos a la escuela y en programas específicos para combatir la xenofobia y la discriminación. Esto complementa el trabajo existente para garantizar que todos los niños ecuatorianos accedan a una educación de calidad.

[1]  (Migration Registries, Ministry of Interior, GoE)

[2] Estas cifras no son oficiales, son registros obtenidos por UNICEF y sus socios en los puntos fronterizos de Rumichaca y San Miguel. Por lo tanto, se entiende que es un subregistro

LINK NOTA PUBLICADA EN UNICEF: https://www.unicef.org/lac/de-nina-a-adolescente

CRÉDITO FOTOS: UNICEFECUADOR/2018/Arcos